“Días feriados, recuerdo haber llegado a un acuerdo colectivo con mi equipo de trabajo para que entre tantas tareas sociales que teníamos por hacer, nos tomáramos unas merecidas vacaciones aprovechando la Semana Santa.
Y así lo asumimos todos, claro, ninguno tenía dinero en su cuenta como para costearse el lujo que hoy en día es vacacionar en nuestro país. Mi prioridad no era viajar a Cubiro o a la Cascada de El Vino en el Parque Nacional “Dinira”, mi prioridad ese día era llevar a mi hijita Madeleinsg por lo menos al Zoológico y compartir con mi esposa Maira un día en familia.
El sábado 15 de abril del 2006, era Semana Santa en nuestro pueblo, salí de mi casa bien temprano a “taxiar” para obtener algo de dinero, rutina que hoy en día vive cualquier venezolano que tenga un carrito y necesite algún ingreso adicional, incluso los que trabajamos para las instituciones del gobierno, como yo.
A eso de las diez de la mañana logré hacer mi primera carrerita a dos hombres que me solicitaron los llevara a la plaza Los Rastrojos en Cabudare, ¡a la orden caballeros! Ése fue mi saludo. Pero a pocos minutos resulta ser que me apuntan con una pistola y me obligan a estacionar, y a punta de amenazas de dispararme, me mandan a bajar del carro a que recoja un maletín que iban a dejar tirado en una esquina del puente Los Rastrojos. Yo, bajo amenaza de muerte colaboro involuntariamente con los que ahora se convertían en mis secuestradores y recojo el maletín desconociendo su contenido. Vuelvo a subir al carro, me tiran en la parte trasera y arrancan. Minutos mas tarde comienza una persecución de un vehículo particular, repentinamente comienzan a disparar contra mi vehículo conducido por los delincuentes. Allí recibí un disparo rasante en la cabeza que me dejó aturdido, de pronto, los delincuentes chocaron el carro contra un barranco y huyeron de los otros que venían disparando desde el otro carro. Yo sin saber qué hacer, asustado, corrí pero en sentido contrario a los delincuentes hasta que me desmayé en un montarrascal debido a la pérdida de sangre por la herida del disparo. No sabía de quiénes me escondía, tampoco quiénes eran los otros que también disparaban sin cesar contra mi carro. Desorientado y confundido, logré llegar a casa de un amigo, le conté mi tragedia y él me sorprendió diciéndome que la PTJ me andaba buscando porque mi vehículo estaba involucrado en un secuestro y por ende yo también.
Y así lo asumimos todos, claro, ninguno tenía dinero en su cuenta como para costearse el lujo que hoy en día es vacacionar en nuestro país. Mi prioridad no era viajar a Cubiro o a la Cascada de El Vino en el Parque Nacional “Dinira”, mi prioridad ese día era llevar a mi hijita Madeleinsg por lo menos al Zoológico y compartir con mi esposa Maira un día en familia.
El sábado 15 de abril del 2006, era Semana Santa en nuestro pueblo, salí de mi casa bien temprano a “taxiar” para obtener algo de dinero, rutina que hoy en día vive cualquier venezolano que tenga un carrito y necesite algún ingreso adicional, incluso los que trabajamos para las instituciones del gobierno, como yo.
A eso de las diez de la mañana logré hacer mi primera carrerita a dos hombres que me solicitaron los llevara a la plaza Los Rastrojos en Cabudare, ¡a la orden caballeros! Ése fue mi saludo. Pero a pocos minutos resulta ser que me apuntan con una pistola y me obligan a estacionar, y a punta de amenazas de dispararme, me mandan a bajar del carro a que recoja un maletín que iban a dejar tirado en una esquina del puente Los Rastrojos. Yo, bajo amenaza de muerte colaboro involuntariamente con los que ahora se convertían en mis secuestradores y recojo el maletín desconociendo su contenido. Vuelvo a subir al carro, me tiran en la parte trasera y arrancan. Minutos mas tarde comienza una persecución de un vehículo particular, repentinamente comienzan a disparar contra mi vehículo conducido por los delincuentes. Allí recibí un disparo rasante en la cabeza que me dejó aturdido, de pronto, los delincuentes chocaron el carro contra un barranco y huyeron de los otros que venían disparando desde el otro carro. Yo sin saber qué hacer, asustado, corrí pero en sentido contrario a los delincuentes hasta que me desmayé en un montarrascal debido a la pérdida de sangre por la herida del disparo. No sabía de quiénes me escondía, tampoco quiénes eran los otros que también disparaban sin cesar contra mi carro. Desorientado y confundido, logré llegar a casa de un amigo, le conté mi tragedia y él me sorprendió diciéndome que la PTJ me andaba buscando porque mi vehículo estaba involucrado en un secuestro y por ende yo también.